miércoles, 22 de agosto de 2012
Poems
XLIV
Alarga el cuerpo,
cierra los ojos,
borra la pantalla
de tantas horas.
XLV
Quemo, uno tras otro, los trajes.
Se ha acabado la obra.
Alarga el cuerpo,
cierra los ojos,
borra la pantalla
de tantas horas.
XLV
Quemo, uno tras otro, los trajes.
Se ha acabado la obra.
XLI
Sangre.
Grito de tu abandonado cuerpo,
castigado poema.
Arrugado papel
que el gen vuelve a lanzar a la basura.
Repetitivo encuentro con el padre
con la madre culpa
con el cerrado paisaje
de una acción
que ahogada pesa.
Sangre.
Un escenario conciso
de grandes fisuras.
Levaduras de silencios
que al desconcierto aumenta.
Sangre.
Como hienas hambrientas
las frases se lanzan,
fieras de la inconsciente costumbre
al cuello del corazón.
Nos movemos,
idénticas máscaras
sobre un descorchado escenario
y el pasado es el arma
que al presente
lentamente degolla.
Grito de tu abandonado cuerpo,
castigado poema.
Arrugado papel
que el gen vuelve a lanzar a la basura.
Repetitivo encuentro con el padre
con la madre culpa
con el cerrado paisaje
de una acción
que ahogada pesa.
Sangre.
Un escenario conciso
de grandes fisuras.
Levaduras de silencios
que al desconcierto aumenta.
Sangre.
Como hienas hambrientas
las frases se lanzan,
fieras de la inconsciente costumbre
al cuello del corazón.
Nos movemos,
idénticas máscaras
sobre un descorchado escenario
y el pasado es el arma
que al presente
lentamente degolla.
XXXIV
Parecen pequeños
los senos de esta noche.
Fríos, tal vez, los árboles.
Es sábado.
Lloran,
los ojos más queridos de la tierra
canciones.
Aunque parezca perdido
estoy en mi lugar,
centrado en la palabra,
en el verdadero canto;
previo silencio
que la mirada transporta
más allá de
su ego
al mundo
y lo vuelca sincero,
como semillas…
Todo movimiento
se presenta frente a mí
excesivamente veloz, y cae.
Lloran
lejanas luces de neón,
mueren canciones.
Los perros
se desorientan
de la plaza
y me señala el reloj, incansable hueso roto.
Aunque parezca perdido,
solitario en este banco,
amo este espacio con total sinceridad.
No soy torpe abrazando
ni cansino al callar.
Sufro y río a modo de planta.
los senos de esta noche.
Fríos, tal vez, los árboles.
Es sábado.
Lloran,
los ojos más queridos de la tierra
canciones.
Aunque parezca perdido
estoy en mi lugar,
centrado en la palabra,
en el verdadero canto;
previo silencio
que la mirada transporta
más allá de
su ego
al mundo
y lo vuelca sincero,
como semillas…
Todo movimiento
se presenta frente a mí
excesivamente veloz, y cae.
Lloran
lejanas luces de neón,
mueren canciones.
Los perros
se desorientan
de la plaza
y me señala el reloj, incansable hueso roto.
Aunque parezca perdido,
solitario en este banco,
amo este espacio con total sinceridad.
No soy torpe abrazando
ni cansino al callar.
Sufro y río a modo de planta.
XVII
Daga astuta de no ser,
la mentira.
Agua no potable de la fuente del miedo,
heridas que el relámpago
produce en la tierra,
destructor fuego de la costumbre,
útil herramienta heredada,
manada desbocada del sentido,
penosa pieza o coz del caballo
encerrado en su cerca.
la mentira.
Agua no potable de la fuente del miedo,
heridas que el relámpago
produce en la tierra,
destructor fuego de la costumbre,
útil herramienta heredada,
manada desbocada del sentido,
penosa pieza o coz del caballo
encerrado en su cerca.
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